diciembre 01, 2011

La dignidad de los pueblos también se escribe leyendo

Lectura para compartir: Extractos de “La dignidad de los pueblos también se escribe leyendo”, texto de Alfredo Mires.

La promoción de la lectura define, en gran medida, el lado de la historia en el que nos ubicamos. No se puede ser neutral porque la lectura tampoco lo es. Ignorarlo es tomar posición del lado de quienes intentan ocultar esta realidad para impedir que pueda ser transformada.
Promover la lectura es adherirse a las realidades y a las expectativas de las poblaciones. Más aún, la motivación de la lectura ha de ser un reflejo de las capacidades de decisión, de los intentos de apropiación y de las búsquedas genuinas de las propias comunidades, de quienes la asuman como una herramienta para seguir aprendiendo desde su mismo contexto.
No aprender a leer por leer, sino en la procura de aquel abono que incremente el discernimiento desde la propia cultura, en el amacolle de una fronda desde las propias raíces.
Porque lectura no es evasión, es inmersión y riesgo, es liberación e impulso. Leer es reprobar la indolencia y ejercer el derecho al humor compartido, a la gratificación merecida y a una vida que no sea sinónimo de desgracia.
Así, si leer es cosechar, promover la lectura es sembrar. Sembrar las ganas de encontrarse con el libro y con la libertad de leerlo; sembrar el deseo de develarlo y la urgencia de compartirlo; sembrar la furia de descubrirlo y el deslumbre de comprenderlo.
Leer es también sembrar la evidencia que la previa lectura del mundo no ha sido vana. Porque no se trata de sembrar una lectura libresca sino omnímoda, abrazante y plena. Que no leemos para renunciar a nuestro mundo sino para re-sembrarlo, para re-escribirlo.

1 comentario:

Leonardo Celis dijo...

Señores BBRC,

hermano este texto a dos fragmentos de Julio Anguita:

“[…] existimos en la medida que movilicemos el pensamiento […]”

“[…] La cultura no es saber muchas cosas, la cultura es captar todo aquello que la humanidad ha ido produciendo y que nos mueve desde el arte hasta el estremecimiento por degustar la belleza, a entender cómo la humanidad ha ido superando determinados problemas. Un hombre culto no es un hombre que esté rodeado de libros […], un hombre culto es un hombre que mira al mundo con mirada independiente y libre […]”