julio 17, 2013

Gratitud

Como responsable del Programa Comunitario de nuestra Red de Bibliotecas Rurales, salgo una vez al año a visitar los niños con capacidades proyectables que atienden los 17 coordinadores en sus comunidades. Ellos realizan sus visitas, generalmente, dos veces cada mes, pero sabemos que eso sólo son las cifras oficiales y que en realidad salen con mucho más frecuencia.
Llegar a las comunidades, a las casas de los niños y sus familias, es cada vez un reto grande para mí. No sólo porque implica mucha preparación y el trabajo durante estos días de visita es muy intenso, sino porque cada uno de los niños –con sus diferentes problemas y afecciones, su compleja situación de salud y los desafíos que implica enfrentar la vida día a día para ellos y sus familiares– me toca profundamente el corazón.
Y me conmueve porque siento a flor de piel la lucha para permanecer, el inmenso cariño y la conmovedora vitalidad de estas criaturas. Las historias familiares que hay detrás de cada niño, los problemas sociales y de sobrevivencia, el hambre palpitante, las necesidades enormes… todo eso hace parecer muy pequeño el apoyo que podemos ofrecer como personas y como programa de trabajo.
Por otro lado, veo la enorme voluntad y el gran esfuerzo, el despliegue incondicional y los cientos de horas de esfuerzo voluntario de nuestros coordinadores, el amor que ellos mismos sienten por los niños a su cargo y el ánimo que tienen para hacer de este trabajo un tejido de familiaridad, comprensión y solidaridad. Y me siento aún más diminuta con mi propia labor.
Sé que todos los avances de los niños se deben, principalmente, al esfuerzo de ellos mismos, de sus familias y de los coordinadores del Programa Comunitario. Por eso quiero aprovechar este espacio para enviarles públicamente mi gran respeto y un abrazo enorme. No hay “gracias” que pueda reciprocar esta voluntad.
Y va mi infinito agradecimiento a todas las personas que nos acompañan desde la Oficina Central en Cajamarca. Sin Lola, Karina, Alfredo, Rumi y Mara, a este trabajo le faltarían manos, pies, cabeza y corazón.
Con todo mi respeto y cariño
Rita Mocker

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