enero 31, 2016

Para seguir leyendo

“A los niños, antes de enseñarles a leer, hay que ayudarles a aprender lo que es el amor y la verdad”.
Así decía el Mahatma Gandhi. Y así debió poner en práctica Jack Heery (1934-2015), quien alentó el aprendizaje con los suyos toda su vida.
Así podemos entender también el enorme despliegue solidario de Helen Heery y todo su equipo, quienes llevaron a cabo la campaña navideña para recaudar fondos que permitan conseguir diccionarios nuevos para toda nuestra Red.
Pero no solo han sido respuestas a la campaña: también han sido aportes directos en memoria de Jack.
Cuando la campaña empezó y las reacciones tardaban, pensábamos con preocupación que el objetivo de los quinientos diccionarios no iba a lograrse. Pero Helen y los suyos, en Inglaterra, no cesaron en el empeño: y el objetivo se ha logrado con creces.
¡Cuánto ejemplo para aprender, cuanto afecto para celebrar!

Carta de Daniel

Amigos de la Red de Bibliotecas Rurales de Cajamarca.
Les escribimos desde la Laguna Azul, Sorochuco, Celendín, Cajamarca.
Yo, Daniel Chaupe Acuña, y de parte de toda la familia Chaupe Acuña.
Primero para saludarles por fiestas navideñas y por año nuevo: que Dios les colme de bendiciones y les dé más sabidurías para que sigan escribiendo más sobre nuestras costumbres. Que siempre el campesino realiza y tiene sus costumbres.
Decirles que nosotros estamos muy contentos y felices porque sus libros son muy divertidos y muy buenísimos. Ustedes han podido brindarnos sus hermosos libros y nos podemos entretener leyendo.
Y es que la empresa minera nos hace la vida imposible ya que no nos deja hacer nada en nuestro propio terreno, ningún tipo de actividades y ni poder criar nuestros animales. Pero eso no nos da miedo, al contrario nos hace más fuertes, firmes.
De parte de mi mamá Máxima Acuña de Chaupe: está muy contenta y feliz al escuchar los hermosos cuentos cuando yo lo leo, y mucho se distrae y también mucho le agradece a todo el equipo que trabajan en las Bibliotecas Rurales de Cajamarca.
Que Dios también les colme de bendiciones y les dé más sabiduría, y que nunca se pierdan nuestras costumbres y actividades que realiza el campesino, y que sigan más escribiendo para que nunca se pierda nuestra cultura.
Nuevamente, pues, agradecerles a todos ustedes por permitirnos sus hermosos libros. De verdad y de todo corazón muchas gracias, gracias y muy pronto ya estaremos visitándolos por su biblioteca y de repente compartir un poco de ideas.
Les pido de todo corazón que si en algo me he equivocado, sépanos disculpar: les escribimos lo que nuestros corazones nos dictan.
Atentamente,
Daniel Chaupe Acuña
La familia Chaupe

Una casa, una escuela

En el año 2009, la institución alemana Nuevos Horizontes Perú encargó al Antrop. Alfredo Mires Ortiz –de la Red de Bibliotecas Rurales– el diseño de un proyecto educativo en la comunidad de Pomabamba, distrito de Jesús, Cajamarca. Es así como nació la Escuela Campesina Alternativa, que articula las necesidades de la comunidad hacia una propuesta de formación integral; que anuda las enormes hebras sueltas dejadas por el sistema educativo.
Pero también se le solicitó a Alfredo diseñar la arquitectura física de la propuesta, la casa donde funcionaría, de manera que trabajó un proyecto educativo que a la vez sustentara la construcción. Y todo eso fue dándose de manera paralela.
A seis años del encargo y la consecuente presentación de la propuesta educativa, ésta se viene implementando y la construcción está casi terminada.
Bien lo dijo Alfredo en la sustentación del proyecto: “…. la casa debe evidenciar fortaleza, belleza, concordancia con el paisaje, cuidado del ambiente, economía, participación, funcionalidad y replicabilidad… La construcción de la casa no desdeña las posibilidades de usar materiales ajenos sino que, por lo contrario, los apropia y toma adecuadamente para necesidades puntuales (cimiento y áreas húmedas con concreto; calamina transparente, etc.) al mismo tiempo que expresa –por sí sola– su respeto a la vida campesina sin ofender con aparentes solvencias”.
Una casa – Una escuela, rompe los muros de las aulas de clase y retoma el punto que la escuela moderna desdeña en los procesos de aprendizaje. Porque la educación oficial obliga a estandarizarse en función a expertas investigaciones que planifican, controlan y monitorizan el aprendizaje, etiquetando a los niños en muy buenos, buenos, malos, muy malos, y hasta a veces diagnosticándoles trastornos psicológicos.
La Escuela Campesina Alternativa nuestra, más que un edificio es una casa, un espacio abierto donde el niño aprende con todos y todo, de la naturaleza, de la convivencia diaria: es parte de toda la propuesta.
Nuestra gratitud a Alfredo por este saber compartido.
Isabel Gutiérrez