octubre 31, 2016

En Colombia

El Ministerio de Agricultura y Desarrollo Rural, la Red de Información y Comunicación Estratégica del Sector Agropecuario – AGRONET y la Red de Información Documental Agropecuaria de Colombia – RIDAC, de Colombia, realizaron el Tercer Congreso de Información en el Sector Agropecuario “Big data, difusión y apropiación del conocimiento”, el cual se llevó a cabo los días 29 y 30 de septiembre de 2016 en la Universidad Jorge Tadeo Lozano, en Bogotá.
Nuestro compañero Alfredo Mires fue invitado para dar una conferencia en este evento y, luego, a la jornada académica que se llevó a cabo en la Universidad de La Salle, en el marco de la Cátedra Institucional “Tejer tiempo de paz”, del 1 al 4 de octubre, tanto en Bogotá como en Yopal, en la sede del Proyecto Utopía.
Alfredo presentó “Saberes y resuellos: Cultura y agricultura en la experiencia de la Red de Bibliotecas Rurales de Cajamarca”; aquí unos extractos:
“Sembrar no es una función productiva, no es una mera ocupación económica ni un trabajo tormentoso: es un convite criador, una celebración vitalizadora, una fiesta regeneradora.
Es un riesgo implícito en el concepto moderno de recursos: reducir el valor de las distintas visiones del universo y objetalizar la naturaleza puede justificar el sacrificio de la tierra en nombre de los dividendos. Y no es solo reduccionismo lo que implica una visión cosificante del mundo: son actitudes, son perfiles, define pedagogías y establece políticas públicas.
Hace tiempo leí un grafiti que decía: “A los grandes los vemos así porque los vemos de rodillas”. Algunos años después de haber iniciado el proceso de formación de Bibliotecas Rurales, nos dimos cuenta que no sólo se trataba de proporcionar libros, como si su lenguaje y contenido fuera neutral. Al acceder los libros al campo, consentíamos automáticamente la visión que reflejaban esos libros. Porque en el fondo no se trata sólo de tener los libros y leer, sino de cómo esta lectura puede ser consistente con la cultura y el ambiente a los que se adhiere.
Si los saberes endógenos no están reconocidos, la transferencia mecánica de contenidos foráneos acaba por desautorizarlos. La sola inequivalencia de saberes denota quién tiene la clave de la caja fuerte. Resulta pusilánime que en muchas bibliotecas se encuentren enciclopedias completas sobre la antigua y lejana civilización griega, pero no se halle ni un solo folleto sobre nuestra portentosa y latente cultura propia.
Este rememorar no pretende ser una divertida concesión evocadora, una añoranza sensiblera de los orígenes ni una mirada nostálgica de tiempos idos. Honrar el legado de los abuelos potencia la dignidad y robustece los andares que emprendemos. Estamos convencidos que en las raíces de la cultura comunitaria prevalecen como franca profecía los enunciados que permiten la construcción de un futuro de paz, sin hambre y con respeto.
Lo contrario sería continuar inhalando la salmodia colonizadora con que anda escrita la historia. O quedarnos sin recuerdos vivos, sin el diccionario carnalizado de nuestra sobrevivencia”.

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