marzo 30, 2017

Niño y Madre

“La furia del agua golpea al Perú”, “La naturaleza nos sigue azotando”, “Furia de la naturaleza continúa castigando”, “Los embates de la naturaleza no tienen cuando parar”, “Naturaleza sin piedad”, “El sufrimiento de los peruanos continuará porque la naturaleza sigue con su golpe brutal que afecta a los que menos tienen”…
Así rezan los titulares y proclaman los locutores sobre lo que viene ocurriendo en el país.
Para variar, un regidor ha afirmado incluso que “Los desastres son un castigo divino por la ideología de género".
Es terrible lo que está pasando en el país. Pero culpar a la naturaleza atribuyéndole una perversa intencionalidad va más allá de caer en ridículo: es evadir la responsabilidad humana y la de algunos humanos en particular.
Porque aquí entran también en juego aspectos que van desde la corrupción hasta la depredación, pasando por la imprevisión, la deforestación y el embasuramiento de las mentes y los ambientes.
Algo anda mal si nadie dice nada sobre el aumento del calentamiento global como consecuencia de la contaminación atmosférica por la emisión de gases con efecto invernadero; no se está diciendo nada sobre la remoción de miles de toneladas de piedra y tierra por el extractivismo y la consecuente obstrucción de las vertientes. Y ninguno de los propaganderos del progreso dice esta boca es mía por el descompactado de los suelos y la ausencia clamorosa de políticas ambientales.
Por esta presencia de El Niño nadie relaciona nada, tampoco, con los experimentos nucleares que han venido dándose en el océano desde 1945, desde las Islas Aleutianas en Alaska hasta el Atolón de Mururoa en la Polinesia francesa, pasando por Montebello Islands en Australia... Y más.
Hace solo un par de días, incluso, el Papa Francisco dirigió un mensaje a la Conferencia de la ONU que negocia un instrumento jurídico vinculante sobre la prohibición de las armas nucleares; el Papa cuestiona el “desperdicio de recursos” que “podrían, en cambio, ser utilizados para prioridades significativas como la promoción de la paz y el desarrollo integral”.
Hay un grafiti que dice: “Las inundaciones no se producen porque los ríos crecen, sino porque el país se hunde".
Decir que todos somos culpables es como decir que nadie es responsable. O, peor aún, es volver inimputable al delincuente poderoso.
Culpar a la naturaleza de este desmadre es como decirnos a todos (y sobre todo a los niños) que es a ella a quien hay que someter, reducir y dominar.
Los damnificados demandan nuestra solidaridad y bregamos por ella, sabiendo que hace mucho que estamos en emergencia.

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