agosto 22, 2017

Moseñor José Dammert: Educación y campesinado

Durante los años 1962 a 1992, Monseñor José Dammert Bellido fue obispo de la Diócesis de Cajamarca. Él y su obra –arraigada en los basamentos de los Conferencias Episcopales Latinoamericanas de Medellín y Puebla, la Teología de la Liberación y la Opción para los pobres– marcaron el rumbo de la Iglesia Católica en Cajamarca en estos tiempos.
En este contexto religioso, político y social, el sacerdote inglés Juan Medcalf fundó en 1971 la Red de Bibliotecas Rurales. Unos años después arribó también Alfredo Mires a Cajamarca para formar parte de la comunidad cristiana de Baños del Inca, junto con el Padre Juan y otros compañeros.
En el año 1982, Juan Medcalf regresó a Inglaterra y Alfredo quedó a cargó de la Red. Desde esos entonces camina al lado de los humildes, comparte su vida y sus andares, y precisa como eslabón y “traductor” entre culturas.
Este año, Monseñor Dammert habría cumplido 100 años, motivo cardinal para celebrar un homenaje. Alfredo Mires fue invitado para dar una conferencia con el tema Educación y campesinado para esta ocasión. Los que pudimos estar presentes en esta conferencia magistral nos quedamos francamente impresionados por la envergadura de la obra de Dammert y su apoyo y aprecio para nuestra Red de Bibliotecas Rurales.
Agradecidos, compartimos algunos pasajes de esta conferencia con ustedes:
“A mediados de los años ’80, cuando le conté que iba a hacer un libro sobre las tradiciones orales cajamarquinas relacionadas con las apariciones de dios, los santos, las santas y sus milagros, Dammert se entusiasmó y empezó a rescatar también los cuentos a través de sus estudiantes en los cursos de religión que tenía durante las vacaciones en la Oficina Departamental de Educación Católica.
En una ocasión, mientras revisábamos los textos, hizo una especie de confesión. Me contó que alguna vez, yendo él montado a caballo hacia una lejana comunidad, al llegar a la cima de un cerro, vio una ordenada ruma de piedras al costado del camino. Preguntó al campesino y bien capacitado catequista que lo guiaba qué cosa era eso. El campesino le dijo que esas eran creencias antiguas de la gente, que solo individuos sin preparación cristiana acostumbraban a dejar una ofrenda de piedra en esa apachita, en agradecimiento al cerro… Siguieron caminando en silencio, él adelante, sobre el caballo cuando –de súbito volteó– vio al mismo campesino dejando devota y sigilosamente su piedrecita de ofrenda.
Era como comprender que el corazón no se educa…
Monseñor nunca ocultó su entrañable preocupación por la dignidad de los más pobres. Y no solo era un alegato: él los visitaba, los atendía, los cuidaba... Hace veinticinco años que Dammert ya no está aquí, pero eso no significa que no haya pobres y que no haya empobrecedores: pobres sigue habiendo, pero es como si ahora estuviera prohibido verlos. Hay una pertinaz miseria óptica que nos viene torciendo… o será que la consciencia también es sujeta de privatizaciones extractivas”.
Alfredo Mires Ortiz y Monseñor José Dammert Bellido. Baños del Inca, Cajamarca, setiembre de 1980.

En la comunidad de Quinuacruz

A fines de julio, como que la escuela de Quinuacruz –en la provincia de Cajabamba– se llenó de la siempreviva sacralidad: los niños y sus maestros habían pedido que se celebrara un all’pata paguikun, la ofrenda a la tierra.
En la mañana temprano, nuestro compañero Alfredo nos explicó el valor y el significado de esta ancestral ceremonia nuestra, recordando de dónde viene cada alimento que tenemos y nos invitó a agradecer estos regalos prodigiosos.
Los niños y sus padres habían traído semillas y productos de sus chacras y crianzas: hicieron sus ofrendas dándoles su resuello y reverenciando a las montañas, a la tierra y a los difuntos.
Con el recuerdo de que la tierra vive y siente, la mañana en la Escuela de Quinuacruz continuó repleta de dibujos y canciones, lecturas e imágenes para finalizar con una conversación y construcción conjunta con los maestros sobre las técnicas de animación a la lectura.
Al final de la jornada, el cálido sol alumbraba aún más el intenso verde que rodean la escuela y a los niños de Quinuacruz. Ahora, su biblioteca ya tiene un ambiente en el que todos se acompañan, animados, leyendo.

En la comunidad de Pingo

Anduvimos en Cajabamba para tener la alegría de compartir con los profesores, directivos y estudiantes de la escuela de Pingo: allí funciona una de nuestras bibliotecas rurales.
Los abrazos de los niños fue el más bello recibimiento que hemos tenido, la sonrisa sincera y alegre de sus maestros y los espacios gratos y coloridos de la escuela nos recordaron que vivir en el campo es un privilegio y un orgullo, es un regalo inmenso de la naturaleza. La escuela rodeada y protegida por sus Apus, se volvía pura sensibilidad y hermosura.
Nos dijo Miguel Rodríguez, maestro de la escuela de Pingo, que los niños son quienes les enseñan el nombre de sus montañas sagradas, el significado del alma campesina, de los colores de las montañas, de los verdes y los sembrados, el sentir y el decir de la tierra de Cajabamba.
Los niños vivaces y entusiastas dibujaron, estuvieron atentos al taller de animación a la lectura y jugaron alegres; los profesores nos contaron sobre las diversas actividades que realizan con la lectura y cómo logran inspirar a los niños a que lean.
La conversación sobre la lectura, la enseñanza y los sentires en el campo se extendió a través de una mañana colorida y sabia, entre los profes y los niños de un lugar que incita a volver una y otra vez.
¡Gracias por estar unidos en este trayecto entre libros, lecturas y encuentros!

Somos capaces y refranero

En el marco de la Asamblea General de la red fue el lanzamiento de nuestros recientes libros.
Nuestro compañero Javier Huamán, Coordinador General de la Red, apertura el evento. La presentación de “Somos capaces – Pautas para el reconocimiento de discapacidades” estuvo a cargo de las especialistas en educación especial María Trinidad Arana y Yenny Ugarte, así como de Rita Mocker, Responsable del Programa Comunitario.
La presentación de “Agua que sí has de beber – dichos y refranes en la tradición oral cajamarquina” estuvo a cargo de Nathalia Quintero, quien invitó al compañero Alfredo Mires, Director del Proyecto Enciclopedia Campesina, a conversar sobre el proceso de construcción del libro.
Lola Paredes estuvo de maestra de ceremonias y animó a todos, como siempre, a compartir y avivar la lectura.

Juntándonos

Asamblea General de nuestra Red, julio 2017
Nadie sabe más que nadie
nadie es más y nadie es menos:
todos juntos enseñamos
todos juntos aprendemos.

agosto 07, 2017

Señales en la Enciclopedia

Dos días anduvimos reunidos en el Encuentro de la Enciclopedia Campesina, animados con la presencia de casi todas las provincias de Cajamarca y de Huamachuco, celebrando la incorporación de nuevos compañeros.
Seguimos construyendo nuestro diccionario de cajamarquinismos: es una belleza ver cómo fluyen los decires y saberes… Y el debate del sentido, la crítica a los contextos y la construcción de estrategias que nos permitan consolidar los andares para afirmarnos en el camino.
Nuestro proyecto continúa investigando los diversos temas que el colectivo ha decidido y, a la vez, nos hallamos abocados ahora en la identificación de las señales que la naturaleza nos ha enseñado desde siempre y que han ido formando nuestra cultura.
¡Hay tanto para seguir sabiendo!

“¡Campos del mundo entero, unámonos!”

Julia Steiner, compañera voluntaria que sostiene la versión de nuestro blog en francés (http://redbibliotecasfrances.blogspot.com/), acaba de publicar un artículo en un diario del macizo central –situado al centro-sur– en Francia. “¡Campos del mundo entero, unámonos!”, lleva como título y, en él, aborda “La Red de bibliotecas rurales de Cajamarca: la cultura para liberarse”.
“Más que una sencilla red de bibliotecas –hay más de 500 que han florecido en las viviendas de las comunidades– es un proyecto de educación popular, basado en las tradiciones culturales de las comunidades andinas. Un camino para traer lectura y libros en un campo olvidado por los gobiernos, y más que todo la libertad de pensar, las herramientas para defenderse, para conocer sus derechos. Para rescatar la cultura andina y el mundo campesino, sus saberes, sus cuentos, su idioma, que podrían desaparecer como ha desaparecido en Francia el mundo campesino.
Aquí, las bibliotecas están en las casas de los comuneros. Y los comuneros son bibliotecarios, voluntarios, que vienen a alimentar su biblioteca en la sede de la Red, en Cajamarca, caminando muchos kilómetros.
El funcionamiento de la asociación es horizontal, hay asambleas generales, lo que permite a todas y todos encontrarse y decidir juntos cuáles son los libros que se van a escribir.
La cultura es factor de vínculo social, de desarrollo económico, medio de apertura en el mundo. Y también es, entonces, herramienta pacífica de lucha y libertad. Estos proyectos –y hay un montón más que existen– demuestran la importancia o la necesidad de la cultura en el campo, pero también que la ruralidad se inventa todavía hoy y se inventará mañana.
En estos tiempos de cambios políticos –que alejan más, de día en día, a los ciudadanos de los centros de poder y decisión–, campos del mundo entero: unámonos para traer la voz de la cultura, porque un futuro se construye en el campo”.

agosto 04, 2017

Nathalia

Nathalia Quintero Castro, profesora de la Escuela Interamericana de Bibliotecología de la Universidad de Antioquia – Colombia, nuevamente está con nosotros y esta vez por más tiempo.
Como lo anunciáramos en el mes de enero, Nathalia realiza su proyecto doctoral a partir de la experiencia de nuestra Red de Bibliotecas rurales y, para ello, se ha integrado como voluntaria. Llegó hace algunos días y celebramos su grata integración.
“Regresar a Cajamarca, es volver a estar en familia –dice Nathalia–. Hacer parte del ayllu cajamarquino y bibliotecario rural ha sido el regalo más conmovedor e importante que he tenido.
Infinitas gracias a Alfredo, a Rita, Mara y Rumi quienes me han acogido tan amorosamente a sus rutinas comunitarias y familiares. También al equipo de apoyo y otros voluntarios y amigos con los que he compartido y compartiré.
Mi especial gratitud a los comuneros-bibliotecarios por permitirme estar con ellos, aprender de su inmensa sabiduría en este  camino andino de fraternidad, sencillez y solidaridad. Gracias porque aquí he encontrado el valor de la complementariedad y la real felicidad”.
Con toda la experiencia y voluntad de Nathalia, estamos seguros de mejorar nuestros pasos, iniciados hace más de 46 años. Reconocemos la compañía de esta compañera nuestra y voluntaria, no solo por su trabajo empeñoso, sino sobre todo, por su presencia entre nosotros.
¡Bienvenida, nuevamente, Nathalia!